Las Raíces de un Linaje.

Extracto del Nobiliario de Canarias, Tomo IV; 797/888

De los nueve reyes o Menceyes que señoreaban la isla de Tenerife, al tiempo de la conquista, y que fueron presentados por los conquistadores, en Almazán, a los Reyes Católicos, nuevos soberanos de la Isla, sólo el de Adeje pudo regresar a su patria, donde fue heredado con extensos repartimientos. En los albalás en que le son concedidos, se les da tratamiento de Don, claro reconocimiento de su alcurnia y dictado a la sazón restringidísimo, que asimismo se dio en documentos públicos a los restantes monarcas tinerfeños y a sus hijos. En virtud de esto, el Rey de Adeje recibió el nombre de Don Diego.

Según el Padre Espinosa, su nombre indígena fue el de Atbitocazpe, y el poeta Viana, en sus Antigüedades (1604), le asigna graciosamente el de Pelinor, nombre que han repetido, sin otro fundamento, diferentes autores clásicos y contemporáneos. El Adelantado Don Alonso de Lugo le dio en reparto el barranco de Masca, con todas sus tierras y aguas, más cien fanegas de sembradura de Taxo, debajo de Erjos, así como treinta fanegas con agua en el río de Chasna, por albalás de 5 de octubre de 1503 y 11 de julio de 1504, confirmando este último el 11 de marzo de 1505.

El antiguo Mencey murió poco después de esta fecha, pues en acta del Cabildo de la Isla de 17 de octubre de 1505 se habla de sus herederos. De su enlace con Doña Catalina de Lugo, como se llamó a su esposa después de ser bautizada, tuvo cinco hijos, y muchos de sus descendientes directos (12ª, 13ª y 14ª generación) viven hoy día en Canarias y América.

El aprecio de la Monarquía indígena y su descendencia continuó a lo largo del tiempo. En nuestros días los estatutos de la Lengua de España de la Orden de Malta incluyen, como acto positivo de Nobleza, con respecto a las Islas Canarias, la descendencia directa de los Monarcas Indígenas,circunstancia que también figura, como tal prueba de Nobleza, en el proyecto de Estatuto Nobiliario redactado por la Comisión Oficial de Heráldica creada por Real Orden de la Presidencia del Consejo de Ministros de 3 de julio de 1927; y si bien esta prueba es poco probable que pueda ofrecerse en la práctica, su formulación explícita en ambos casos ratifica la estimación nobiliaria que desde antiguo gozaron los Reyes canarios.

La nacionalidad aborigen no fue obstáculo para el encubrimiento de sus descendientes. Un siglo después de la conquista, en 1594, el Padre Alonso de Espinosa, en el libro primero, capítulo décimo, de su famosa Historia de Nuestra Señora de Candelaria, al hablar “De los insignes varones que desta gente han descendido”, “varones que no solo con la toga, no solo con el bonete, más también con la espada han demostrado su valor y la virtud de sus antepasados”, manifiesta: “Y, conocida su limpieza, la Santa Inquisición los admite a sus consultas y secretos, y con oficios honrosos los decora, y las catedrales iglesias se honran en regirse y gobernarse por ellos, y que en sus púlpitos y cátedras se suban y enseñen”. De las enaltecedoras palabras del ilustre dominico, es confirmación la genealogía que se puede leer en las mencionadas páginas del Tomo IV del Nobiliario de Canarias.

La posición de respeto y encomio por la sociedad indígena llega a su culminación con Viera y Clavijo, para quién, en su clásica Historia de Canarias, sus Príncipes son los héroes máximos, defensores de las libertades canarias, a quienes a menudo equipara a los héroes griegos. Esta posición romántica de Viera tiene sus continuadores en los siglos XIX y XX, y, sobre este transfondo histórico, se ha creado el sentir de nuestros historiadores, genealogistas, poetas y literatos, especialmente patente en la actitud de la Región en la época del Romanticismo y en la subsiguiente.



Respecto a la familia Real de Adeje pueden consultarse:

  • LEANDRO SERRA y FERNÁNDEZ DE MORATÍN, Los Adeje, en El Liberal de Tenerife, Santa Cruz de Tenerife. 3 de febrero de 1896
  • NICOLÁS DÍAZ DORTA, Cuaderno explicativo del árbol genealógico de la familia Real indígena de Tenerife y descendientes de ella que más se han distinguido, Santa Cruz de Tenerife, 1913 
  • BUENAVENTURA BONNET Y REVERÓN, El Mencey de Adeje y sus descendientes, en Revista de Historia, números 47 y 48, La Laguna, 1939